La lucha contra la crisis climática enfrenta un desafío crucial: la escasez de metales necesarios para fabricar vehículos eléctricos, paneles solares, turbinas eólicas y otras tecnologías de energías limpias, según un informe reciente de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
A medida que los países avanzan hacia las energías renovables, la demanda de metales como cobre, litio, níquel, cobalto y elementos de tierras raras está en aumento. Sin embargo, la volatilidad de precios y la escasez representan riesgos significativos. La opacidad en las cadenas de suministro, la disminución de la calidad de los yacimientos disponibles y los estándares ambientales y sociales más estrictos para las empresas mineras complican aún más la situación.
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Un punto crítico es el control de la producción por parte de solo tres países en ciertos metales. La República Democrática del Congo, por ejemplo, representa el 70% de la producción mundial de cobalto, mientras que China domina la producción de elementos de tierras raras y refinó entre el 50% y el 70% del litio y cobalto. Australia también ejerce un papel significativo en este escenario.
A pesar de la demanda creciente, la inversión en nuevos proyectos mineros enfrenta obstáculos significativos, y se estima que se necesitan en promedio 16 años desde el descubrimiento de un yacimiento para que una mina entre en producción. Los planes actuales de suministro e inversión están lejos de ser adecuados para abordar la crisis climática de manera efectiva, según la AIE.
La importancia de estos metales radica en su papel fundamental en las tecnologías que se espera que ayuden a combatir el cambio climático. Desde los vehículos eléctricos hasta las redes eléctricas y las turbinas eólicas, estos minerales son esenciales para la transición hacia un sistema energético más limpio y sostenible.
La AIE subraya que cumplir con los objetivos del Acuerdo de París requerirá un aumento significativo en el uso de energías limpias, con la instalación anual de turbinas eólicas y las ventas de automóviles eléctricos multiplicándose varias veces para 2040. Sin embargo, para alcanzar emisiones netas cero para 2050, se necesitará una inversión aún mayor.
Ante este escenario, la AIE insta a los responsables políticos a proporcionar señales claras sobre cómo convertir los compromisos climáticos en acciones concretas. Se destaca la necesidad de promover el desarrollo de nuevas tecnologías, el reciclaje, la mejora de la resiliencia de la cadena de suministro y la promoción de estándares más altos en materia ambiental, social y de gobernanza.
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